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Los apóstoles de Cristo: elección, magisterio, persecución, martirio y muerte (página 2)



Partes: 1, 2, 3

"Jacobo" o "Santiago, llamado el menor",
hijo de Alfeo, para diferenciarlo del hermano de Juan. Alfeo en griego y una
traducción del arameo Cleofás, Lucas 24:18, también
posible padre de Mateo, Leví, Mateo 2:14, aunque no se les menciona
como hermanos a Mateo y Jacobo en los Evangelios expresamente. Cleofás
era esposo de María, madre de Jacobo, además de José y
Salomé, Marcos 15:40. No sabemos con certeza sobre la obra de
Santiago, pero la fuentes indican que sería el que menciona Pablo como
hermano del Señor, Gálatas 1:19, sea hermano o primo, es
desde luego una familia en la que sin duda abunda la mansedumbre. La tradición
le hace el Santiago que escribiría la carta que lleva su nombre y el
primer anciano, obispo o patriarca de Jerusalén, aunque otros dicen que
no sería posible por oponerse a Jesús al principio y porque no
creyó en Él hasta Su resurrección. Santiago fue quien concluyó
con las normas morales para la gentilidad en el primer concilio de Jerusalén,
Hechos 15: 19. En dos ocasiones nos habla en su carta de la mansedumbre,
Hechos 1:21 y 3:13, y usa el método de enseñanza
de las bienaventuranzas de Jesús en Hechos 1:12, sobre: "Sean
pues, Bienaventurados los mansos, Mansos como un cordero
".

Cualidad: Mansedumbre.

  • 5) Juan.

"Juan" Boanerges, hijo de Zebedeo y Salomé, hermano
de "Santiago", el Apóstol. Fue conocido como el discípulo
amado. Un pescador que vivió en Betsaida, Capernaúm y Jerusalén
y fue miembro del Círculo Interno. Él escribió los
Evangelios según San Juan, 1º de Juan, 2º de Juan, 3º
de Juan y Apocalipsis
. Predicó entre las iglesias de Asia Menor.
Desterrado en la Isla de Patmos, fue más tarde liberado y murió
de muerte natural. Juan fue uno los apóstoles prominentes. Es mencionado
en varios lugares en el Nuevo Testamento. Fue un hombre de acción; era
muy ambicioso; y un hombre con un temperamento explosivo y un corazón
intolerante. Su segundo nombre fue Boanerges, el cual significa Hijo del Trueno.
Él y su hermano "Santiago" vinieron de una familia
de mejor posición que el resto de los apóstoles. Siendo que su
padre contrataba sirvientes en su negocio pesquero, Marcos 1:20, él
pudo haberse sentido por sobre el resto. Estuvo muy cerca de "Pedro".
Actuaron juntos en el ministerio. "Pedro", sin embargo, era
siempre el vocero del grupo.

"Juan" maduró con el tiempo. En la etapa posterior
de su vida, se había olvidado de todo, incluso de su ambición
y temperamento explosivo, excepto de su compromiso de amor para con el Señor.

Se dice que un atentado fue realizado contra su vida mediante un cáliz
de veneno del cual Dios lo salvó. Murió de causas naturales. Un
cáliz con una serpiente en el mismo es su símbolo.

"Juan" es el discípulo amado, el que recibe la cercanía
de la mayor revelación del corazón de Cristo. Él estaba
con Jesús cuando fue arrestado, no se apartó de Él, fue
el único que se mantuvo a su lado, aquí y en la Cruz, y era conocido
del sumo sacerdote, lo vemos en la narración del interrogatorio en el
patio de Anás, Juan 18:15. Además era el más
joven, el más niño
, y por ello el que más recibe del
Reino de Dios. ¡Hagámonos como niños!. La madre quería que
estuviesen en eminencia, Mateo 20:20,21, y era parienta de María
la madre de Jesús. No debemos ponernos en primer lugar. Juan estaría
junto al Señor ante la Cruz, y cuidaría de María, y a ella
le dejaría su hijo Jesús a Juan en su lugar, para consolarla.
Juan, el discípulo amado tenía un corazón más dispuesto
al Señor, y es por ello que recibe las más increíbles y
profundas revelaciones y enseñanzas del Señor. Ningún otro
autor inspirado por el Espíritu Santo recibió tanto en dos campos
tan distantes como el espiritual y el profético. Su evangelio, el más
profundo y directo al corazón, y Apocalipsis, la mayor revelación
profética, digna de un hijo del trueno. Esta  sea nuestra actitud ante
Dios. Seamos pues hijos del trueno y de la alabanza, una alegoría del
bautismo en Espíritu Santo y fuego, Mateo 3:11.

Cualidad: Amor y Caridad.

"Judas Iscariote", el traidor, fue el hijo de Simón
quien vivió en Kerioth de Judá. Él traicionó a Jesús
por treinta piezas de plata y luego se ahorcó, Mateo 26: 14–16;
48–50.

"Judas Iscariote", el hombre que llegó a ser el traidor,
es el enigma supremo del Nuevo Testamento porque es muy duro ver como alguien
que estuvo tan cerca de Jesús, que vio tantos milagros y oyó muchas
de las enseñanzas del Maestro pudo entregarlo en mano de sus enemigos.

Su nombre aparece en las tres listas de los 12 Apóstoles, Mateo 10:4;
Marcos 3:19; Lucas 6:19. Se dice que "Judas Iscariote"
vino de Judá, cerca de Jericó. Él era un judío y
el resto de los discípulos eran Galileos. Era el tesorero del grupo y
estaba entre los que lideraban conversaciones.

Se dice que "Judas Iscariote" era un judío nacionalista
violento que siguió a Jesús con la esperanza de que a través
de Él sus sueños y su llama nacionalistas pudieran ser realizados.
Nadie puede negar que Judas fuera un hombre codicioso y a veces usó su
posición como tesorero del grupo para tomar dinero del monedero común.

No hay una razón cierta de por qué Judas traicionó a su
maestro, pero no fue su traición lo que colocó a Jesús
en la cruz, sino nuestros pecados.

Su símbolo apostólico es el lazo corredizo de una horca, o una
bolsita de dinero con piezas de plata cayéndose de él.

Cualidad: Avaricia.

  • 7) Judas Tadeo.

Judas Tadeo, o Lebeo, hijo de Alfeo o Cleofás y María. Fue hermano de Santiago el más joven. Fue uno de los apóstoles de los que se sabe poco y vivió en Galilea. La tradición dice que predicó en Asiria y Persia y murió como mártir en Persia.

Jerónimo lo llamó "Trinomios" lo cual significa "un hombre con tres nombres". En Marcos 3:18 es llamado "Tadeo". En Mateo 10:3 es llamado "Lebeo". Su apellido era "Tadeo". En Lucas 6:16 y Hechos 1:13 es llamado "Judas el hermano de Santiago". "Judas Tadeo" también fue llamado "Judas el Zelote".

Por su carácter fue un intenso y violento nacionalista con el sueño de poder mundial y dominio del pueblo escogido. Según los registros del Nuevo Testamento, Juan 14:22, él le preguntó a Jesús en la Última Cena, "¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?" "Judas Tadeo" estaba interesado en dar a conocer a Cristo al mundo. No como un Salvador sufriente, sino más bien, como un Rey gobernante. Nosotros podemos ver claramente por la respuesta que Jesús le dio, que el camino del poder nunca se puede reemplazar por el camino del amor.

Se ha dicho que "Judas Tadeo" fue a predicar el Evangelio en Edesa cerca del Río Éufrates. Allí sanó a varios y muchos creyeron en el nombre del Maestro. "Judas Tadeo" fue desde allí a predicar el Evangelio en otros lugares. Fue asesinado con flechas en el Ararat. El símbolo elegido para él es el barco porque fue un misionero enseñado a ser pescador de hombres.

Cualidad: Gozo.

  • 8) Mateo.

"Mateo", o "Leví", hijo de Alfeo, vivió en Capernaúm. Fue un publicano o cobrador de impuestos. Él escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como mártir en Etiopía.

El llamamiento de "Mateo" al grupo apostólico es mencionado en Marcos 2:14, Mateo 9:9 y Lucas 5:27,28. De estos pasajes aprendemos que "Mateo" también fue llamado "Leví". Era una costumbre común en el Medio Este en la época de Cristo que los hombres tuvieran dos nombres. El nombre de "Mateo" significa "un regalo de Dios". El nombre "Leví" le pudo haber sido dado por Jesús. Es interesante que "Santiago el menor", quien fue uno de los doce apóstoles, fue hermano de "Mateo", también el hijo de Alfeo. Aunque sabemos poco sobre "Mateo" personalmente, el hecho sobresaliente sobre él es que fue un recaudador de impuestos. Las Sagradas Escrituras de la versión Reina–Valera lo llama "publicano", lo que en latín es "Publicanus", enfatizando compromiso en el servicio público, un hombre que manejaba dinero público, o un cobrador de impuestos.

De todas las naciones en el mundo, los judíos fueron los que más odiaron a los cobradores de impuestos. Para el judío devoto, Dios era el único a quien era correcto pagar tributos e impuestos. Pagarlo a cualquier otra persona era infringir los derechos de Dios. El cobrador de impuestos era odiado no sólo sobre el terreno religioso sino también porque la mayoría eran notablemente injustos.

En las mentes de varios hombres Judíos honestos, estos cobradores de impuestos eran considerados como criminales. En los tiempos del Nuevo Testamento eran clasificados junto con las prostitutas, los gentiles y los pecadores, Mateo 9:10; 18:17; 21:31–33; Marcos 2:15,16; Lucas 5:30. Los cobradores de impuestos han sido conocidos porque determinaban el monto debido en sumas imposibles y a menudo ofrecían dinero en préstamo a los viajeros a tasas de interés muy elevadas. Así era "Mateo". Aun así, Jesús eligió un hombre a quien todos los hombres odiaban y lo hizo uno de los suyos. Jesucristo pudo ver el potencial en el cobrador de impuestos de Capernaúm.

"Mateo" fue diferente a los otros apóstoles, quienes fueron todos pescadores. Él pudo usar una pluma de escribir, y por su pluma llegó a ser el primer hombre en presentar al mundo, en el idioma hebreo, un relato de las enseñanzas de Jesús. Es claramente imposible estimar la deuda que la cristiandad tiene para con este despreciado cobrador de impuestos. El hombre promedio habría pensado que era imposible reformar a "Mateo", pero para Dios todas las cosas son posibles. "Mateo" llegó a ser el primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Fue un misionero del evangelio, que cambió su vida por la fe de su Maestro.

El símbolo apostólico de Mateo es tres bolsas de dinero las cuales nos recuerdan que él fue un cobrador de impuestos antes de que Jesús lo llamara.

Cualidad: Virtud.

  • 9) Pedro.

"Simón" o "Pedro", como lo llamó Jesús, hijo de Jonás, era un pescador que vivió en Betsaida y Capernaúm. Hizo trabajo evangelístico y misionero entre los judíos, yendo tan lejos como a Babilonia. Fue un miembro del Círculo Interno y escribió las dos epístolas del Nuevo Testamento que llevan su nombre. La tradición dice que fue crucificado en Roma con la cabeza hacia abajo.

En cada lista apostólica, el nombre Pedro es mencionado en primer lugar. Sin embargo, Pedro tuvo otros nombres. En el tiempo de Cristo, el idioma común era el griego y el idioma familiar era el hebreo. Así su "nombre griego fue Simón", Marcos 1:16; Juan 1:40,41. Su "nombre hebreo fue Cefas", 1 Corintios 1:12; 3:22; 9:5 y Gálatas 2:9. El significado griego de "Simón" es "roca". El significado árabe de "Cefas" también es "roca".

Por su actividad comercial, "Pedro" fue un pescador. Fue un hombre casado, 1 Corintios 9:5, y su descendencia era de Capernaúm. Jesús probablemente estableció su centro de dirección ahí cuanto visitó Capernaúm. "Pedro" era galileo también como lo fueron varios de los otros discípulos. Josefo describió a los galileos de esta manera: "Eran siempre aficionados a la innovación y por naturaleza dispuestos al cambio y deleitados en sedición. Estaban siempre listos para seguir al líder y para comenzar una insurrección. Eran rápidos en soltar el genio y dados a la pelea y eran hombres muy caballeros". El Talmud dice esto de los galileos: "Eran más ansiosos por el honor que por ganar, de genio fuerte, impulsivo, emocional, despertado fácilmente por la idea de una aventura, leal hasta el fin". "Pedro" fue un galileo típico. Entre los doce, "Pedro" fue el líder. Él sobresale como el vocero de los apóstoles. Es él quien preguntó el significado de la parábola en Mateo 15:15. Es él quien preguntó cuán seguido debemos perdonar. Es él quien indagó acerca de la recompensa para todos aquellos que siguen a Jesús. Es él el que primero confesó a Jesús y lo declaró como el Hijo del Dios Viviente. Es él quien estuvo en el monte de la Transfiguración. Es él quien vio a la hija de Jairo resucitar de los muertos. Y todavía, es él quien negó a Cristo ante un criado. Él fue un apóstol y un misionero que dio su vida por su Señor. Es verdad, "Pedro" cometió muchos errores, pero tuvo siempre la gracia salvadora del corazón amante. No importa cuántas veces se hubo caído y fallado, siempre recuperó su coraje e integridad.

"Pedro" fue martirizado sobre una cruz. "Pedro" solicitó que lo crucificaran cabeza abajo porque no era digno de morir como su Señor había muerto. Su símbolo apostólico es una cruz invertida con llaves cruzadas.

Cualidad: Fe.

  • 10) Felipe.

La tradición dice que "Felipe" predicó en Phrygia y murió como mártir en Hierapolis. "Felipe" vino de Betsaida, el pueblo del cual "Pedro" y "Andrés" vinieron, Juan 1:44. El parecido es que él, también, fue un pescador. Aunque los primeros tres Evangelios registran su nombre, Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14; Hechos 1:13, es en el Evangelio de Juan que "Felipe" se vuelve una personalidad viviente.

Los estudiosos no están de acuerdo sobre "Felipe". En Hechos 6:5 tenemos a "Felipe" como uno de los siete diáconos ordenados. Algunos dicen que éste es otro "Felipe". Algunos creen que realmente éste es el apóstol. Si es el mismo "Felipe", entonces su personalidad tomó más vida porque tuvo una exitosa campaña en Samaria. El dirigió al eunuco etíope a Cristo, Hechos 8:26. También se quedó con "Pablo" en Cesarea, Hechos 21:8, y fue una de las figuras importantes en los emprendimientos misioneros de la iglesia primitiva.

El Evangelio de Juan muestra a "Felipe" como uno de los primeros entre tantos a quienes Jesús les dirigió la palabra "Sígueme" Cuando "Felipe" conoció a Cristo, inmediatamente encontró a Natanael y le dijo "lo hemos encontrado, de quien Moisés y los profetas, escribieron". Natanael era desconfiado. Pero "Felipe" no argumentó con él; simplemente le contestó: "Ven y ve". Esta historia nos dice dos cosas importantes sobre "Felipe". Primero, muestra su correcto acercamiento al que desconfía y su simple fe en Cristo. Segundo, muestra que tenía un instinto misionero.

"Felipe" fue un hombre de corazón caliente y una cabeza pesimista. Fue uno a quien le hubiera gustado mucho hacer algo por otros, pero que no vio cómo esto podría ser hecho. Aun así, este simple galileo dio todo lo que tenía. Por eso Dios lo usó. Se dice que murió colgado. Mientras estaba muriendo, pidió que su cuerpo sea envuelto no en lino sino en papiro porque no era digno de que incluso su cuerpo sea tratado como el cuerpo de Jesús. El símbolo de "Felipe" es una canasta, por su participación en la alimentación de los cinco mil. Es él quien marcó la cruz como un signo de cristiandad y victoria.

Cualidad: Paciencia.

  • 11) Simón.

Simón, el Zelote, uno de los apenas conocidos seguidores llamado Cananista o Zelote, vivió en Galilea. La tradición dice que fue crucificado.

En dos lugares en la Versión Reina-Valera 1960 es llamado Cananista, Mateo 10:4; Marcos 3:18. Sin embargo, en otros dos lugares es llamado "Simón Zelote" Lucas 6:15; Hechos 1:13.

El Nuevo Testamento nos dice prácticamente nada sobre él personalmente excepto que dice que era un Zelote. Los zelotes eran nacionalistas judíos fanáticos quienes tuvieron desatención heroica por el sufrimiento envuelto y la lucha por lo que ellos consideraron como la pureza de su fe. Los zelotes fueron enloquecidos con el odio por los romanos. Fue este odio por Roma lo que destruyó la ciudad de Jerusalén. Josefo dice que los zelotes fueron personas imprudentes, celosos en buenas prácticas y extravagantes e imprudentes en las peores clases de acciones.

Desde su entorno, vemos que Simón fue un nacionalista fanático, un hombre devoto a la Ley, un hombre con un odio amargo por cualquier persona que se atreviera a comprometerse con Roma. Aun así, Simón claramente sobresalió como un hombre de fe. Abandonó todos sus odios por la fe que mostró hacia su Maestro y el amor que estuvo dispuesto a compartir con el resto de los discípulos y especialmente con Mateo, el cobrador de impuestos romano.

"Simón el Zelote", el hombre que una vez pudo haber matado por lealtad a Israel, llegó a ser el hombre que vio que la voluntad de Dios no tiene servicio forzado. La tradición dice que murió como un mártir. Su símbolo apostólico es un pez sobre una Biblia, lo cual indica que fue un pescador que llegó a ser un pescador de hombres mediante la predicación.

Cualidad: Dominio Propio o Templanza.

  • 12) Tomás.

"Tomás Dídimos" vivió en Galilea. La tradición dice que trabajó en Parthia, Persia e India, sufriendo martirio cerca de Madras, en el Monte Santo Tomás, India.

"Tomás" fue su nombre hebreo y Dídimos su nombre griego. Algunas veces fue llamado "Judas". Mateo, Marco y Lucas no nos cuentan nada sobre "Tomás" excepto su nombre. Sin embargo, "Juan" lo define más claramente en su Evangelio. "Tomás" apareció en la resurrección de Lázaro, Juan 11:2–16, en el Aposento Alto, Juan 14:1–6, donde quiso saber cómo conocer el camino a donde Jesús estaba yendo. En Juan 20:25 lo vemos diciendo que a menos que vea las marcas en las manos de Jesús y en su costado, él no iba a creer. Por esto "Tomás" llegó a ser conocido como Tomás el incrédulo.

"Tomás" llegó a creer mediante la duda. Por naturaleza, él era pesimista. Era un hombre desconcertado. Aun así, fue un hombre de valor. Fue un hombre que no podía creer hasta no haber visto. Era un hombre de devoción y fe. Cuando Jesús resucitó, volvió e invitó a "Tomás" a poner su dedo en las marcas que dejaron los clavos en sus manos y en su costado. Y es aquí donde vemos a Tomás haciendo la confesión de fe más grande: "Mi Señor y mi Dios". Las dudas de "Tomás" fueron transformadas en fe. "Tomás" fue siempre como un niño pequeño. Su primera reacción fue no hacer lo que le dijeron que hiciera y no creer lo que le dijeron que creyera. Las buenas nuevas para él fueron siempre demasiado buenas para ser verdad. Mediante este hecho la fe de "Tomás" se volvió más grande, intensa y convincente. Se dice que él fue encargado para construir un palacio para el rey de India, y fue muerto con una lanza como mártir por su Señor. Su símbolo es un grupo de lanzas, piedras y flechas.

Cualidad: Bondad.

  • 13) Pablo.

Pablo no está en los 12 apóstoles del principio que vivieron con Jesús Su ministerio, pero es el apóstol que llamó directamente el Señor tras Su ascensión. Sería un pilar clave en el proyecto del Señor para llevar el Evangelio al mundo entero, y por lo tanto, y aunque Judas es sustituido por Matías, sería Pablo el que tendría una relevancia fundamental en las 12 columnas de la fe y el carácter que el Señor imprimió en sus espíritus. Pablo sufre una radical transformación de activo enemigo y perseguidor de la Iglesia, por su celo de Dios y de la Ley, al más feroz predicador de Cristo con riesgo de su vida en muchas ocasiones, dispuesto a convertir al mundo, como así lo hizo en su tiempo y cuyo legado hoy permanece tras 2000 años, como el de todo el Nuevo Testamento del Señor Jesucristo. El Señor sabía muy bien a quien escogía, como lo sabe hoy. Tomaremos pues a Pablo como el apóstol número 12 para la lista de caracteres apostólicos que el cristiano puede aprender para formar el suyo.

Pablo será el apóstol del conocimiento del Señor, como queda patente en sus enseñanzas. Educado en la más estricta cátedra de la Torá, en la escuela de Gamaliel, prestigioso maestro y doctor de la Ley de Dios, de fe fariseo, la que cree en la resurrección dentro del judaísmo. Todo este conocimiento, sería a priori dejado de lado para predicar a los gentiles que no saben nada de la Torá, viviendo Pablo entre culturas helenísticas y otras diversas con deidades y costumbres paganas. Pareciera que el Señor no hacía uso de su conocimiento, pero sería en su enseñanza a los Judíos que crearía un vínculo entre Judíos y Gentiles, al ser el que el Señor preparó para enseñar en la misma línea del propio Jesucristo, que el Evangelio no es solo para Judíos, sino para todas las naciones de la tierra. Que la Palabra de Dios tiene un significado espiritual transformador y que aquel que viene a la Biblia con los ojos del Espíritu encuentra la Vida espiritual. Sería el reformador de entre los apóstoles, como el propio Señor lo fue a Su propio pueblo.

Cualidad: Conocimiento y fe.

  • 14) Matías.

Si bien está ampliamente aceptado que los doce discípulos que escogió Jesús, siendo añadidos luego "Matías" y finalmente "Pablo de Tarso", fueron los apóstoles originales, no existe consenso entre las diferentes religiones cristianas respecto a qué otras personas, hasta la actualidad, puedan hacer uso de este título con la misma autoridad original. Varias iglesias, como la mormona y la Iglesia Nueva Apostólica, creen por fe estar conducidas por apóstoles de la actualidad, los cuales son escogidos por Dios.

Todos los apóstoles, excepto "Matías" que fue elegido por sorteo para reemplazar a "Judas Iscariote". En Hechos 1:12–26, vemos como los Apóstoles intentan llenar el vacío que dejo "Judas Iscariote" al morir. Escogieron a "Matías" echando suertes porque no sabían a quién escoger, pero el Señor no lo había escogido para ser el nuevo apóstol número 12.

En el caso de "Pablo de Tarso" no está claro si vio a Jesucristo, dado que solo se menciona que escuchó la voz de Jesucristo y quedó ciego, pero se sobreentiende que fue elegido personalmente por Cristo. Posteriormente, firmó sus escritos como "Pablo, Apóstol de los gentiles" y fue protagonista de la mayor parte del libro de los Hechos de Apóstoles.

En Hechos 9, vemos como "Pablo" (Saulo) cumple con los requisitos para ser apóstol de Jesucristo. Estaba vivo en la misma región y al mismo tiempo que Jesús caminaba sobre la tierra en el siglo I. Conoció personalmente a los discípulos (Apóstoles) originales de Jesús. Jesús se le apareció visiblemente a Pablo cuando iba a Damasco convirtiéndose en testigo ocular de su resurrección y no solo en un testigo por fe. Debido a que se le apareció con el resplandor de su gloria quedo ciego por tres días, Hechos 9:3; 9. Durante esta experiencia recibió el llamado directamente de la boca de Jesús, Hechos 9:6; Romanos 1:1. El discípulo "Ananías" por revelación de Dios confirmo que efectivamente Jesús se le había aparecido a "Pablo" para comisionarlo como Apóstol, Hechos 9:15; 17.

Después de "Pablo" no aparece nadie más en toda la Biblia que fuere reconocido como apóstol. Fue llamado específicamente apóstol de los gentiles, Hechos 9:15, y fue escogido ultimo porque el evangelio debía presentarse primero a los Judíos y segundo a los gentiles, Mateo 10:6, y en ese mismo orden fue el llamado a los apóstoles. Los 11 apóstoles para los judíos primero y segundo y último en llegar el apóstol que predicaría a los gentiles. Los hechos y gran aportación al contenido del nuevo testamento confirman su identidad como apóstol de Jesucristo.

Cualidad: Se desconoce.

Los hombres llamados "Apóstoles" que hemos visto eran hombres normales y corrientes, como cualquiera de nosotros, no superhéroes, pero bendecidos y escogidos, lo cual nos muestra lo que Dios puede hacer a través de la entrega a Él, pues es Él quien nos hace especiales, no nosotros por nuestras fuerzas o recursos propios, sino por Su Espíritu en nosotros.

En una segunda parte sobre los Apóstoles trataré la sucesión apostólica, tomando como base histórica de los comienzos del Cristianismo, la Biblia. Además abordaré la historia de la patrística y la controversia sobre los apóstoles hoy, no solo en el seno de las iglesias que se adjudican la sucesión, sino en las de nuevo corte neo pentecostal.

Mientras tanto y como el Espíritu Santo escoge a aquellos que están dispuestos a servirle, sin necesidad de autorización humana, jerárquica o de concilios, como demuestra la propia Biblia en Hechos de los Apóstoles, en la narración del comienzo de la iglesia en Antioquia por mano de apóstoles anónimos para nosotros, aunque no para Dios; Hechos 11:19–30, seamos embajadores de Cristo allí donde vayamos, en el día a día, con la gente a la que hablamos en la vida diaria, pues este es el verdadero apostolado, vivo. Si el Señor Jesucristo ha comprado con su Sangre una nación de reyes y sacerdotes, ¿cómo no irán éstos en Su nombre?, me refiero a todo Cristiano que en verdad lo sea.

En el Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles, son llamados apóstoles otros personajes, específicamente: "Pablo de Tarso" y "Bernabé". Otros son asimilados al colegio apostólico, como "Silas", "Timoteo", "Tito", "Andrónico", "Joias".

Ministerio de los Apóstoles

Luego de ser nombrados por Jesús como apóstoles se les da las instrucciones y el propósito del apostolado. Primero debían predicar a Judíos antes de predicar a gentiles, Mateo 10:6. Predicar que el reino de Dios se ha acercado, Mateo 10:7. Sanar a los enfermos, resucitar muertos y echar fuera demonios gratuitamente. Con señales y milagros confirmaban la palabra de Dios como lo hacía Cristo, Mateo 10:8. No traer dinero. En otras palabras debían depender de la fe y provisión divina contrario a lo que los modernos apóstoles hacen, Mateo 10:9–11. Debían soportar la persecución en su contra, Mateo 10:16–25. Establecer la doctrina de la Iglesia la cual estaba por nacer. Solo ellos tenían autoridad única para establecer la doctrina de Cristo en la Iglesia, Hechos 2:42. Plantar nuevas Iglesias como enviados de Cristo, 1 Corintios 3:10.

Jesucristo confirió amplios poderes al ministerio de Apóstol. El Apóstol es un enviado de Jesucristo y actúa en su nombre. Se le asignan al ministerio de Apóstol atribuciones y funciones que surgen de los ministerios de Jesús: Rey, Sacerdote y Profeta. Por lo tanto, el ministerio de Apóstol recibe toda autoridad de Jesucristo y se encuentra en una relación absoluta de dependencia con Él.

Los Apóstoles junto con los profetas tenían la misión de traer el fundamento a la Iglesia. Ese fundamento es Jesucristo lo cual redunda en la misión de predicar que el reino de Dios se ha acercado. Era su propósito dejar claro que Jesucristo debe ser el fundamento de la Iglesia, la razón de ser de lo que ahora llamamos cristianismo, Efesios 2:20. Era la responsabilidad del apóstol transmitir la doctrina y la buena nueva en un momento en la historia cuando la Iglesia estaba a punto de nacer, 2 Pedro 3:2. Esto los convirtió en pilares de la Iglesia. Esta verdad se ve representada en Apocalipsis 21:14, donde se dice que la Nueva Jerusalén tendrá 12 cimientos, cada uno inscrito con el nombre de uno de los 12 apóstoles. Solo hay lugar para 12 apóstoles. Desde el día de pentecostés, día que marca el nacimiento de la Iglesia los creyentes han seguido la doctrina de los apóstoles, Hechos 2:42; 16:4.

Dado el hecho de que el fundamento y la doctrina ya fue establecida en su totalidad por Jesús y los apóstoles según su comisión y esta fue grabada en las escrituras cuyo canon está cerrado podemos dar por terminado el ministerio del Apóstol. Entonces podemos decir que cualquiera que se llame Apóstol viene a traer algún fundamento o doctrina nueva y ya que esta no se puede cambiar ni modificar debemos tener cuidado de no confiar en quienes hoy en día se llaman Apóstoles. Tampoco podemos olvidar el hecho de que la misión de predicar el evangelio no ha terminado y esa parte ha sido delegada a otros ministerios y a todo creyente.

El ministerio apostólico es realmente el primero que nuestro Señor, Jesús estableció en la Iglesia del Nuevo Testamento. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y escogió doce de ellos, a los que también dio el nombre de Apóstoles. ¿Por qué estableció Jesús el ministerio apostólico primero? Porque iba a ser la fundación del gobierno de la Iglesia en el Nuevo Testamento, parecido como el sacerdocio fue la fundación del ministerio en el Antiguo Testamento. Pues, sin tener los apóstoles en el ministerio, los dones ministeriales son literalmente sin la fundación necesaria. Las Sagradas Escrituras cita: "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular", Efesios 2:20.

Debido a la naturaleza del ministerio de un apóstol, especialmente cuando está abriendo nuevo terreno, hay tiempos cuando él tendrá que funcionar en las cuatro otras obras ministeriales. Pablo, en sus jornadas misioneras, claramente cumplió los papeles de evangelista, pastor, y maestro. Sabemos que también profetizó, porque dijo que lo hizo. Aunque no puedo pensar de un ejemplo de esto en el Libro de Hechos; se ve que él movió en una manera profética, siguiendo el liderazgo del Espíritu Santo en sus viajes.

Además, ser pionero espiritual no siempre significa ir a una nueva área física y plantar iglesias. Hay otros tipos de obras pioneras que necesita ser hechas. Algunas son abrir nueva áreas de revelación y enseñanzas. Esto es tanto una obra de un pionero que es plantar una iglesia, y comúnmente tiene un impacto más extenso sobre la Iglesia global.

"Pablo" no solamente plantó las iglesias, sino entrenó y "levantó" líderes por las iglesias donde el Espíritu Santo le envió a ministrar/obrar. Luego, una vez que salió de aquellas ciudades, él continuó a ministrar a aquellas iglesias, y especialmente a su liderazgo, por las cartas que escribió, y también en muchos casos, regresó a visitar aquellas mismas iglesias a fin de fortalecerlas.

El Apóstol "Pablo" fue el único Apóstol del cristianismo temprano que habló de su ministerio. En la Segunda Epístola a los Corintios transmite referencias esenciales sobre el significado del ministerio de Apóstol. Sus enunciados no son de naturaleza dogmática, sino una reacción a ataques tanto de la comunidad de Corinto como también de afuera. Queda en claro en estos enunciados cómo entiende Pablo su ministerio.

En el Libro de Hechos, vemos que los apóstoles que fueron allí, trabajaron juntos y formaron algo de un concilio, juntos con los ancianos; este concilio pues gobernó sobre la Iglesia, Hechos 15:6. Cuando unas decisiones tenían que ser hechos sobre una doctrina, u organización, fueron hechos por este grupo de apóstoles y ancianos. Vemos esto en el capítulo seis, cuando se dio cuenta de la necesitad por el puesto de diácono, Hechos 6:2,3. Vemos el mismo cuando "Pablo" y "Barnabé" vinieron a Jerusalén para resolver la cuestión respecto a la necesidad de circuncisión. Entonces los apóstoles y los ancianos se reunieron para considerar este asunto, Hechos 15:6.

Entonces los doce convocaron a la congregación de los discípulos, y dijeron: No es conveniente que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir mesas. Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea, Hechos 6:2,3.

Persecusión de los Apóstoles

Aunque las Sagradas Escrituras (Biblia) no registra ningún hecho sobre la persecución, martirio y muerte de los Apóstoles, a excepción de la muerte de "Judas Iscariote", narrada por el Apóstol Mateo 26: 48,49. Para escribir esta parte del trabajo en adelante, he tenido que recurrir a tradiciones y leyendas, que algunos autores aficionados han escrito, sin citar fuente bibliográfica alguna.

El sumo sacerdote y los del partido de los saduceos que estaban con él, se llenaron de envidia, y arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y los sacó, diciéndoles: "Vayan y, de pie en el templo, cuenten al pueblo todo este mensaje de vida". Conforme a esto que habían oído, al día siguiente entraron temprano en el templo y comenzaron a enseñar.

Entonces, el sumo sacerdote y los que estaban con él llamaron a todos los ancianos israelitas a una reunión de la Junta Suprema, y mandaron traer de la cárcel a los Apóstoles. Pero cuando los guardias llegaron a la cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con la noticia, diciendo: "Encontramos la cárcel perfectamente cerrada, y a los soldados vigilando delante de las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie dentro".

Al oírlo, el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes se preguntaban en qué iría a parar todo aquello. En aquel momento llegó uno, que les dijo: "Los que ustedes metieron en la cárcel, están en el templo enseñando al pueblo".

El jefe de la guardia, junto con los guardias, fue a buscarlos; pero no los maltrataron, porque tenían miedo de ser apedreados por la gente. Al llegar, los llevaron ante la Junta Suprema, y el sumo sacerdote les dijo: "Nosotros les habíamos prohibido terminantemente que enseñaran nada relacionado con ese hombre. ¿Y qué han hecho ustedes? Han llenado toda Jerusalén con esas enseñanzas, y encima quieren echarnos la culpa de la muerte de ese hombre".

"Pedro" y los demás Apóstoles contestaron: "Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo en una cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha, y lo ha hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel se vuelva a Dios y reciba el perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros, y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen".

Cuando oyeron esto, se enfurecieron y quisieron matarlos. Pero entre aquellas autoridades había un fariseo llamado Gamaliel, que era un maestro de la ley muy respetado por el pueblo. Éste se puso de pie y mandó que por un momento sacaran de allí a los Apóstoles. Luego dijo a las demás autoridades: "Israelitas, tengan cuidado con lo que van a hacer con estos hombres. Recuerden que hace algún tiempo se levantó Teudas, alegando ser un hombre importante, y unos cuatrocientos hombres lo siguieron. Pero a éste lo mataron, y sus seguidores se dispersaron, y allí se acabó todo. Más tarde, en los días del censo, se levantó "Judas", el de Galilea, y logró que algunos lo siguieran; pero también lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron. En este caso, yo les aconsejo que dejen a estos hombres y que no se metan con ellos. Porque si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios".

Ellos le hicieron caso. Así que llamaron a los Apóstoles, los azotaron y les prohibieron seguir hablando en el nombre de Jesús; después los soltaron. Los Apóstoles salieron de la presencia de las autoridades muy contentos, porque Dios les había concedido el honor de sufrir injurias por causa del nombre de Jesús. Todos los días enseñaban y anunciaban la buena noticia de Jesús el Mesías, tanto en el templo como por las casas.

La persecución de "Jacobo", hermano de "Juan"[13]

Después del martirio de "Esteban", el próximo de sufrir fue "Jacobo" el santo Apóstol de Cristo, y hermano de "Juan". El mismo "Jacobo" es mencionado en los Hechos de los Apóstoles, capítulo doce; donde es declarado, que como no mucho después de apedrear a "Esteban", el rey Herodes echó su mano para detener y afligir a ciertos de la congregación; entre tales fue "Jacobo" uno de ellos, quien el mato a espada. De este, "Jacobo", Eusebio infiere, alegando que Clemente escribió una narración memorable de él. Este, "Jacobo", dice Clemente, cuando lo trajeron a la silla tribunal, él quien lo había denunciado, –y fue la causa de su aflijo–, viendo que iba a sufrir condenación, y morir, siendo entonces movido en su corazón y conciencia confeso de sí mismo de ser un cristiano. Y así pues los dos fueron llevados juntos, cuando en el camino deseaba de Jacobo que le perdonara sobre lo que le había hecho. Después de oírlo Jacobo pensó un poquito con si mismo sobre el asunto, volteándose a él, "Paz" le dijo, "sea contigo, hermano" y lo beso y los dos fueron decapitados juntos en el año 36 de nuestro Señor.

La persecución de "Tomás", llamado Dídimo.

"Tomás" predico a los Partos, los Medos, y los Persianos; también a los Carmanians, los Hiraconios, los Bactries, y los Magies. Sufrió en Calamina, una ciudad de la India, siendo muerto por un dardo.

La persecución de "Simón" el Zelote.

"Simón" el Zelote predicó en Mauritania, y en los países de África y en la Gran Bretaña donde él fue crucificado.

La persecución de "Bartolomé".

"Bartolomé", dicen, que fue a predicar a los indios de la India y de haber traducido el evangelio de Mateo en su idioma, dónde también siguió por un gran tiempo haciendo muchos milagros. En fin en Albania, una ciudad de la Gran Armenia, después de diversas persecuciones, fue azotado por bastones, después crucificado, y después de ser medio asfixiado, fue decapitado.

La persecución de "Andrés".

De "Andrés" el Apóstol y hermano de "Pedro", escribe Jerónimo: " "Andrés" predicó, ochenta años después de nuestro Señor Jesucristo a los Escitas, los Sogadiones, y a una ciudad llamada Angustia, donde los etíopes ahora viven". Fue enterrado en Patris, una ciudad de Acaya, siendo crucificado por Egeas el gobernador de los Edesos. Bernardo y Cipriano mencionan la confesión y martirio de éste apóstol, que sigue. Andrés, cuando ubicaba en una ciudad de Acaya, llamada Patris, predicaba a Cristo, por cual predicación muchos fueron convertidos a Cristo. Egeas, el gobernador, enterado de esto, vino a la ciudad, con la intención de constreñir los que habían creído que Cristo es Dios, y con la aprobación del senado, de hacer sacrificios a los ídolos, y así pues dar honor divino a ellos. "Andrés" pensando que era bien en el principio de resistir el consejo malo y los hechos de Egeas, fue a él, diciéndole: "Te incumbe siendo juez de hombres, primero de conocer a tu Juez quien mora en el cielo, y después de alabarlo cuando lo conozcas, y en alabando el verdadero Dios, de revocar tu mente de dioses falsos e ídolos ciegos". Estas fueron las palabras que "Andrés" hablo al cónsul.

Pero él, grandemente descontento con estas palabras, demando de él si éste era el mismo "Andrés" quien trastornó los templos de los dioses y persuadía hombres a esa secta supersticiosa, la cual los romanos habían mando de ser abolida y rechazada. "Andrés" plenamente afirmo, que los príncipes de los romanos no entendían la verdad, y que el Hijo de Dios, viniendo de los cielos al mundo por bien de los hombres, había enseñado y declarado como estos ídolos, quienes ellos honraban tanto como dioses, tan solo no eran dioses, sino también diablos crueles, enemigos al ser humano, enseñando a la gente nada más sino en que Dios es ofendido, y siendo ofendido los abandona y no los estima. Pues por el servicio malvado del diablo caen directamente a toda maldad, y después de morir no les queda sino sus hechos malvados.

Pero el cónsul estimando estas cosas de ser vanas especialmente viendo a los judíos –como él había dicho– habían crucificado a Cristo de ante mano, así pues le mando a "Andrés" de no enseñar y predicar tales cosas no más; o si lo hiciere, que él sería clavado a la cruz con toda prisa.

"Andrés" morando en su pensar con firmeza, le contesto acerca del castigo amenazador de esta manera: él no hubiera predicado la honra y la gloria de la cruz, si tuviera temor de la muerte de la cruz. Sobre cual dicho la sentencia de condenación fue proclamado, que "Andrés", enseñando y promoviendo una nueva secta, y quitando la religión de sus dioses, debería ser crucificado. "Andrés" llegando al lugar, y viendo de lejos la cruz preparado, ni cambio su aspecto ni color, como la imbecilidad de hombres mortales tienen la costumbre de hacer, ni se hizo cobarde, ni fallo en su hablar; su cuerpo ni se desmayó, ni fue su mente molestada; su entendimiento no le fallo, como es la maña de los hombres, pero de la abundancia de su corazón su boca habló; y caridad ferviente apareció en sus palabras como chispas encendidas, él dijo: "O cruz, muy bienvenida y muy buscada; con una mente de voluntad con gozo y deseo vengo a ti, siendo el alumno de él quien colgó de ti; porque siempre he sido tu amante y he codiciado de abrazarte". Así siendo crucificado en una cruz cuyos extremos fueron fijados transversalmente en el suelo, murió, el día antes de las calendas de diciembre.

La persecución de "Judas", hermano de Jacobo.

"Judas", hermano de "Jacobo", también llamado "Tadeo" y "Lebeo", "Judas" escribió su Epístola, que consiste en solo un Capítulo. Él predicó a los Edesos y a todo Mesopotamia: él fue crucificado por Augarus rey de los Edesos en Berito, el segundo mártir en Edesa, después de "Andrés".

La persecución de "Mateo".

"Mateo", también conocido como "Leví", primero un publicano hecho un Apóstol, escribió su evangelio a los judíos en el idioma hebreo, según Eusebio e Ireneo. Después que había convertido a Etiopía y todo Egipto a la fe, Hircanus su rey, envió a uno para matarle con una lanza.

La persecución de "Felipe".

"Felipe" el santo apóstol, después de haber obrado mucho entre las naciones gentiles en predicando la palabra de salvación a ellos, llego a sufrir como los otros apóstoles habían, en Heliópolis, una ciudad de Frigia, siendo allí crucificado y apedreado a muerte.

La persecución de "Matías".

"Matías", después de haber predicado a los judíos, fue tras el tiempo apedreado y después lo decapitaron en la ciudad de Jerusalén. Otros dicen que murió en Etiopía.

La persecución de "Pedro" (Simón).

La primera persecución de las diez persecuciones de los gentiles comenzó con Nerón en el año 64 d.C. En esta persecución, entre muchos otros santos, el bienaventurado Apóstol "Pedro" fue condenado a muerte y crucificado, como algunos escriben, en Roma; aunque otros, y no sin buenas razones, tienen sus dudas acerca de ello. Hegesipo dice que Nerón buscó razones contra "Pedro" para darle muerte; y que cuando el pueblo se dio cuenta, le rogaron insistentemente a "Pedro" que huyera de la ciudad. "Pedro", ante la insistencia de ellos, quedó finalmente persuadido y se dispuso a huir. Pero, llegando a la puerta, vio al Señor Cristo acudiendo a él, a quien, adorándole, le dijo: "Señor, ¿a dónde vas?". A lo que Él respondió: "A ser de nuevo crucificado". Con esto, "Pedro", dándose cuenta de que se refería a su propio sufrimiento, volvió a la ciudad. Jerónimo dice que fue crucificado cabeza abajo, con los pies arriba, por petición propia, porque era, dijo, indigno de ser crucificado de la misma forma y manera que el Señor.

Y dijo así Cristo de la muerte de "Pedro": "De cierto, de cierto te digo, cuando eras más mozo, te ceñías, é ibas donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras". Y esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, dícele: "Sígueme", Juan 21:18,19.

La persecución de "Pablo".

El Apóstol "Pablo", que antes se llamaba "Saulo", tras su enorme trabajo y obras indescriptibles para promover el Evangelio de Cristo, sufrió también bajo esta primera persecución de Nerón. Dice Abdías, que cuando se dispuso la ejecución de "Pablo", Nerón envió a dos de sus caballeros, Ferega y Partemio, para que le dieran la noticia de que iba a ser muerto. Viniendo a "Pablo", que estaba instruyendo al pueblo, le pidieron que orara por ellos, para que ellos creyeran. Él les dijo que poco después ellos creerían y serían bautizados delante de su sepulcro. Hecho esto, los soldados llegaron y lo sacaron de la ciudad al lugar de las ejecuciones, donde, después de haber orado, dio su cuello a la espada.

La persecución de "Juan".

La segunda persecución fue debajo del emperador Domiciano, hermano de Tito (general del ejército de roma, quien destruyo Jerusalén en el año 70). En esta persecución, "Juan", el Apóstol y evangelista, fue desterrado por Domiciano a Patmos, donde escribió el Libro de Apocalipsis 1:9. Después de la muerte de Domiciano, él siendo asesinado y sus leyes abrogadas por el senado, "Juan" salió libre y llego a Efeso donde continuo hasta el tiempo de Trajano y allí gobernó las iglesias de Asia, donde también escribió su evangelio. Las iglesias Esmirna, Pérgamo, Sardis, Filadelfia, Laodicea y Tiatira fueron fundadas por Él. Fue enviado de Éfeso a Roma, donde se afirma que fue echado en una olla de aceite hirviendo. Escapó milagrosamente, sin daño alguno. Vivió hasta la edad de cien años y murió naturalmente y no sufrió el martirio en acuerdo con las palabras de Jesucristo quien dijo así: "Así que "Pedro" vio a éste, dice a Jesús: "Señor, ¿y éste, qué?; dícele Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?, Sígueme tú. Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no había de morir. Más Jesús no le dijo, No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?. Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero", Juan 21:21–24.

Martirio de cada uno de los Apóstoles

Jesús después de elegir a los 12 Apóstoles, les manifestó: "Y guardaos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán; Y aun a príncipes y a reyes seréis llevados por causa de mí, por testimonio a ellos y a los Gentiles; (…) Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo", Mateo 10:17,18; 22.

En el Nuevo Testamento se narra la vida de los Apóstoles, de cómo ellos ofrendaron sus vidas al servicio del Señor Jesús, sus aportes, acciones y disposición a trabajar arduamente en el ministerio de la cristianización; pero llegó el momento en que sus adversarios tomaron las riendas de sus destinos, los martirizaron y les dieron muerte de diferentes formas, según la tradición y leyendas.

El martirio de "Andrés".

Según la tradición, predicó en el Ponto, Bitimia, Escitia, Tracia y otros lugares, sufrió el martirio en Patras de Acaya (Grecia), siendo crucificado el 30 de Noviembre del 60 d.C., en una cruz en forma de aspa (conocida desde entonces como la cruz de San Andrés), desde donde predicó a sus seguidores hasta morir. Se cuenta que un barco que llevaba dos reliquias de San Andrés naufragó en la Bahía de Escocia, por lo que fue llamada después de esto, "La Bahía de San Andrés".

El martirio de "Pedro" (Simón).

La providencia de Dios permitió que "Pedro" llegase hasta Babilonia evangelizando; él finalizó su ministerio en Roma, donde el Emperador Nerón le mandó a prender para el año 67 d.C. A este, por ser judío y extranjero, le condenaron a ser crucificado y el mismo apóstol, en su último deseo, suplicó a sus verdugos que lo crucificasen cabeza abajo. Esta petición le fue concedida.

El martirio de "Jacobo" (Santiago, el mayor).

Después que Jesús ascendió al cielo, Santiago (el mayor) se distinguió como una de las primeras figuras del colegio apostólico. Por eso, cuando el Rey Herodes Agripa decidió acabar con el cristianismo, lo primero que hizo fue dar muerte a "Santiago", Hechos 12:1–3, el cual fue decapitado con espada en Jerusalén.

El martirio de "Juan".

Considerado el Apóstol amado de Jesús; por orden del emperador Domiciano, "Juan" fue echado en una caldera de aceite hirviendo. Posteriormente fue desterrado al islote de Patmos en donde, según la tradición, pudo salir más tarde, pasando a residir en Éfeso, donde murió en forma natural.

El martirio de "Felipe".

La inmensa mayoría de los escritos y tradiciones asegura que murió crucificado en una cruz invertida a los ochenta y siete (87) años de edad, en tiempos de Domiciano, en Herápolis de Frigia.

El martirio de "Bartolomé" (Natanael).

Se dice que éste evangelizó las Indias en las que dejó una copia del evangelio de Mateo, y que fue despellejado y crucificado en una cruz invertida en Albanápolis, ciudad de los Partos en Armenia. Supuestamente también fue quemado vivo. Recibió sepultura en el lugar de su martirio. Jerónimo dice que Bartolomé escribió un evangelio.

El martirio de "Tomás" (Dídimo).

Según la tradición, predicó en varios lugares: Partía, Persia e India; la noticia más digna de crédito, por ser la más antigua y constante, es la que señala a la India como campo principal de su apostolado. Estando en Calamina o en Coromadol, fue atravesado por una lanza.

El martirio de "Mateo" (Leví).

Después de un período de apostolado en Palestina, se fue a predicar a tierras paganas en Etiopía, Ponto, Persia, Siria, Macedonia e Irlanda. "El Martirólogo Romano" dice que sufrió el martirio a espada en Etiopía.

El martirio de "Jacobo" (Santiago el menor).

En el año 62, el Sumo Sacerdote Anás II instigó a una turba a lanzarlo al vacío desde las almenas del templo, las cuales tenían, por lo menos, un centenar de metros de altura. No obstante, Jacobo se incorporó y comenzó a orar por sus asesinos. De repente recibió una lluvia de piedras sobre su cuerpo y al fin, un bontanero le golpeó con un palo en la cabeza hasta producirle la muerte.

El martirio de "Judas" (Tadeo).

"El Breviario Romano", en sus páginas afirma que "Judas" evangelizó Mesopotamia y Persia, pero sufrió el martirio al morir atravesado por las flechas. Simón. Según la tradición, trabajó en Egipto, en el norte de África, Cirene y Mauritania. Posteriormente fue martirizado en Palestina, siendo crucificado en Judea durante el reinado del emperador Domiciano.

El martirio de "Matías".

Fue quien ocupó el lugar de "Judas Iscariote". Lo eligieron para completar los doce y terminar la misión de predicar el evangelio. Fue el último de los discípulos. La tradición dice que él predicó y sufrió martirio en Etiopía.

El martirio de "Pablo" (Saulo).

Es conocido por ser el "Apóstol de los gentiles". El "Apóstol Pablo" fue el más activo de los seguidores de Jesús. Este padeció naufragios, lo apedrearon y varias veces lo sacaron en Canasta oculto por las murallas de las ciudades y aun así, fue quien más epístolas escribió. Según la tradición, fue decapitado en Roma por orden del emperador Nerón.

Muerte de cada uno de los Apóstoles

Es conocido por ser el apóstol a los gentiles. El apóstol Pablo fue el más activo de los seguidores de Jesús. Este padeció naufragios, lo apedrearon y varias veces lo sacaron en Canasta oculto por las murallas de las ciudades y aun así, fue quien más epístolas escribió. Según la tradición, fue decapitado en Roma por orden del emperador Nerón.

Sin embargo, pese a que no existen evidencias en la Biblia sobre la muerte de los Apóstoles, sólo la única muerte de los apóstoles registrada en la Biblia es la de "Jacobo", Hechos 12:2. El rey Herodes mató a "Jacobo" a espada, probable referencia a ser decapitado. Las circunstancias de la muerte de los otros apóstoles sólo pueden ser conocidas basándonos en tradiciones de la iglesia, así que no debemos concederle mucha credibilidad en ninguno de los otros relatos. La tradición de la iglesia más comúnmente aceptada, concerniente a la muerte de un apóstol, es la del Apóstol "Pedro" que fue crucificado de cabeza en una cruz en forma de "X" en Roma, en cumplimiento a la profecía de Jesús, Juan 21:18. Seguidamente están las "tradiciones" más populares en cuanto a la muerte de otros apóstoles.

La muerte de "Pedro" (Simón).

Fue crucificado con la cabeza abajo.

"Pedro" y "Pablo", predicaron y convirtieron al cristianismo a muchas personas en todo su caminar y en diferentes ciudades, por ello, el emperador Nerón los mandó a encarcelar, pero aún ahí convirtieron a soldados a su fe. Así pues, estos soldados los soltaron de la prisión. Cuando "Pedro" salió de la cárcel, sus hermanos en la fe rogaron que huyera de la ciudad, y, aunque él al principio se resistió a hacerlo, finalmente convencido por ellos se dispuso a salir de Roma, y al llegar a una de las puertas de la muralla situada en el lugar que actualmente lleva el nombre de Santa María "ad passus" ("la que padeció"); según San Lino y San León, vio a Cristo que venía hacia Él. "Pedro", al verlo, le dijo:

– "Domine, quo vadis?". O sea, "Señor, ¿adónde vas?".

– A Roma, para que me crucifiquen de nuevo.

– ¿Para que te crucifiquen de nuevo? – preguntó Pedro.

– Sí!, contestó el Señor.

Entonces "Pedro" exclamó:

– En ese caso me vuelvo para que me crucifiquen también a mí contigo.

En aquel preciso momento el Señor subió al cielo ante la mirada atónita de san pedro que comenzó a llorar de emoción, porque repentinamente se dio cuenta de que la crucifixión de que Cristo había hablado era la que a él le aguardaba, es decir, la que el Señor iba nuevamente a padecer a través de su propia crucifixión. Inmediatamente volvió sobre sus pasos, se internó en la ciudad y refirió a los hermanos la visión que había tenido. Poco después, los soldados de Nerón lo detuvieron, y en calidad de prisionero lo condujeron a la presencia del prefecto Agripa, quien lo condenó a morir crucificado.

Los verdugos tuvieron a bien acceder a este deseo y, en consecuencia, colocaron el cuerpo del santo sobre la cruz de manera que sus pies pudiesen ser clavados separadamente en los extremos del travesaño horizontal superior, y las manos en la parte baja del fuste, cerca del suelo". Así pues, Pedro, el primer guía de la Iglesia Católica y en quien Jesús depositó la responsabilidad de las llaves del Cielo, fue crucificado de cabeza.

La muerte de "Simón" el Zelote.

Fue muerto despedazado.

Tras evangelizar toda la provincia, "Simón" y "Judas" se presentaron en Samir y, en cuanto llegaron, los habitantes de esta ciudad se arrojaron sobre ellos, los prendieron y los llevaron a un templo dedicado al sol; mas, tan pronto como los prisioneros penetraron en el recinto, los demonios, por medio de ciertos energúmenos, empezaron a decir a voces:

– ¿A qué venís aquí, apóstoles del Dios vivo? Sabéis de sobra que entre vosotros y nosotros no hay nada en común. Desde que llegasteis a Samir nos sentimos abrasados por un fuego insoportable.

Acto seguido aparecióse a "Judas" y a "Simón" un ángel del Señor y les dijo:

– Elegid entre estas dos cosas la que queráis: o que toda esta gente muera ahora mismo repentinamente, o vuestro propio martirio.

Los apóstoles respondieron:

– La elección ya está hecha. Pedimos a Dios misericordioso una doble merced: que conceda a esta ciudad la gracia de su conversión, y a nosotros el honor de morir mártires.

A continuación, Simón y Judas rogaron a la multitud que guardara silencio, y, cuando todos estuvieron callados, hablaron ellos y dijeron:

– Para demostraros que estos ídolos no son dioses, y que en su interior hay demonios agazapados, vamos a mandar a los malos espíritus que salgan inmediatamente de las imágenes en que permanecen escondidos, y que cada uno de ellos destruya la estatua que hasta ahora le ha servido de escondite.

Seguidamente los apóstoles dieron la orden anunciada, y en aquel mismo momento, de las dos estatuas que había en el templo salieron sendos individuos horrendos que en presencia de los asistentes destrozaron las imágenes de cuyo interior salieron, y rápidamente escaparon de allí dando voces y alaridos. Mientras la gente, impresionada por lo que acababa de ver, permanecía muda de asombro, los pontífices paganos, irritados, se arrojaron sobre uno y otro apóstol y los despedazaron. En el preciso instante en que Simón y Judas murieron, el cielo, que hasta entonces había estado sereno y completamente despejado, se cubrió repentinamente de nubarrones; se organizó una terrible tormenta que derrumbó el templo aplastando a los magos.

La muerte de "Juan".

Murió de muerte divina.

Sesenta y siete años después de la Pasión del Señor, cuando "Juan" tenía ya 98 de edad, Jesucristo, escribe san Isidoro, se apareció al Apóstol y le dijo: "Mi querido amigo, ven a mí; ha llegado la hora de que te sientes en mi mesa con el resto de tus hermanos". Al oír estas palabras, "Juan" intentó ponerse en pie e hizo ademán de ir hacia su Maestro, pero éste le manifestó: "Espera hasta el domingo". Al domingo siguiente, muy de madrugada, a la hora en que el gallo suele cantar, todos los fieles se congregaron en la iglesia que habían construido en honor del Apóstol y éste empezó a predicarles, exhortándolos a que cumplieran fervorosamente los divinos mandamientos. Acabado el sermón, mandóles que cavaran su sepultura a la vera del altar y que sacaran la tierra fuera del templo. Cuando la fosa estuvo dispuesta, el santo bajó hasta el fondo de la misma, tendióse en ella, alzó las manos hacia el cielo y pronunció la siguiente oración: "Señor Jesucristo: Me has invitado a sentarme a tu mesa: allá voy, siempre, con toda mi alma, he deseado estar contigo". De pronto la fosa quedó envuelta por una luz vivísima, cuyos resplandores nadie pudo resistir. Momento después cesó la deslumbrante claridad y los asistentes advirtieron que, mientras duró, había descendido sobre el cuerpo del Apóstol una extraña sustancia a manera de arena finísima que lo cubría enteramente, llenaba la sepultura y desbordaba de ella. Es arena, semejante a la que hay en el fondo de algunas fuentes, puede verse todavía hoy en su sepulcro, como si se generara constantemente en el fondo del mismo.

La muerte de "Pablo" (Saulo).

Fue decapitado en Roma.

"Pablo" por su parte empezó a caminar con sus verdugos cuando se encontró con Plantila, que era una de sus discípulas. Dionisio dice que esta cristiana se llamaba Lemobia. Lemobia o Plantila –probablemente esta mujer tenía dos nombres– comenzó entre sollozos a encomendarse a las oraciones del apóstol, quien tratando de tranquilizarla le dijo:

– Plantila, hija de la salvación eterna: dame el velo con que cubres tu cabeza; con él quiero vendarme los ojos; más adelante te lo devolveré.

Mientras se lo daba, los verdugos, riéndose, dijeron a Plantila:

– ¡Qué tonta eres! ¿Cómo te fías de este mago impostor y le das esa tela tan preciosa que vale sin duda su buena cantidad de dinero? ¿Crees que la vas a recuperar? Ya puedes darla por perdida.

Llegados al sitio en que Pablo iba a ser decapitado, el santo apóstol
se volvió hacia oriente, elevó sus manos al cielo y llorando de
emoción oró en su propio idioma y dio gracias a Dios durante un
largo rato; luego se despidió de los cristianos que estaban presentes,
se arrodilló con ambas rodillas en el suelo, se vendó los ojos
con el velo que Plantila le había dado, colocó su cuello sobre
el tajo, e inmediatamente, en esta postura, fue decapitado; mas, en el mismo
instante en que su cabeza salía despedida del tronco, su boca, con voz
enteramente clara, pronunció esta invocación tantas veces repetida
dulcemente por él a lo largo de su vida: "¡Jesucristo!".
En cuanto el hacha cayó sobre el cuello del mártir, de la herida
brotó primeramente un abundante chorro de leche que fue a estrellarse
contra las ropas del verdugo; luego comenzó a fluir sangre y a impregnarse
el ambiente de un olor muy agradable que emanaba del cuerpo del mártir
y, mientras tanto, en el aire brilló una luz intensísima.

La muerte de "Andrés".

Fue martirizado en la cruz Patras, en Acaya (Grecia).

"Andrés" fundó muchas iglesias y comunidades cristianas en la región de Acaya y al mismo tiempo convirtió a muchos habitantes, entre ellos la esposa del proconsul Egeas, quien al enterarse mandó apresar a "Andrés".

A la mañana siguiente Egeas se sentó en su tribunal y mandó que condujeran al prisionero ante él; cuando lo vio en su presencia lo instó una vez más a que ofreciera sacrificios a los dioses, añadiendo:

– Si no me obedeces te haré colgar en esa cruz de que tanto has hablado.

A esta amenaza agregó el procónsul otras muchas más, en tono irritado. Andrés, tras oírle respondió con calma:

– De todos esos suplicios que acabas de enumerar elige el que quieras; el mayor de ellos, por ejemplo; o todos juntos, si así lo prefieres. Cuanto mayores sean los tormentos que me hagas padecer por mi rey, tanto más le agradaré.

Seguidamente, siguiendo órdenes de su jefe, veintiún hombres azotaron al santo; después, lo ataron por los pies y por las manos a una cruz; no lo clavaron a ella para que tardara más en morir y sus padecimientos fuesen más prologados.

La muerte de "Jacobo", llamado Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo.

Fue degollado en Jerusalén.

Cuando los judíos se convencieron de que la conversión de Hermógenes era sincera hicieron responsable de ella a "Santiago", se presentaron ante él alborotados, le increparon y trataron de impedir que siguiera predicando la doctrina de Cristo crucificado. "Santiago", empero, recurriendo a las Escrituras, les demostró como en Jesús se habían cumplido todas las profecías que en ella se contenían acerca del nacimiento y sacrificio del Mesías, y probó estas verdades con tal claridad que muchos de los judíos se convirtieron. Esto provocó tan enorme indignación en Abiatar, a quien correspondía el ejercicio del pontificado aquel año, que sublevó al pueblo contra el Apóstol. Algunos de los amotinados lograron apoderarse de él, le ataron una soga al cuello, lo condujeron en presencia de Herodes Agripa y consiguieron que éste lo condenara a muerte. Cuando lo conducían al lugar en que iban a degollarlo, un paralítico que yacía tendido en el suelo a la vera del camino comenzó a invocar al Apóstol y a pedirle a voces que lo curara. "Santiago" lo oyó y le dijo:

– En nombre de Jesucristo, cuya fe he predicado y defiendo y por cuya causa voy a ser decapitado, te ordeno que te levantes del suelo completamente curado y que bendigas al Señor.

El paralítico se levantó, sintióse repentina y totalmente sano, y prorrumpió en acciones de gracias a Dios.

Al ver este prodigio, el escriba Josías, que había puesto la soga al cuello de "Santiago" y hasta entonces continuaba agarrado al ramal y tirando de él, arrojóse a los pies del santo y le suplicó que lo recibiera como cristiano. Pero Abiatar, que se hallaba presente, agarró a Josías, lo zarandeó y le dijo:

– Si ahora mismo no maldices a Jesucristo, haré que te degüellen al mismo tiempo que a Santiago.

Josías respondió:

– A quien maldigo es a ti. Óyeme bien: ¡Maldito seas tú, y maldito todo el tiempo que vivas! Sigue escuchando: ¡Bendito sea el nombre de mi Señor Jesucristo por los siglos de los siglos!

Abiatar ordenó a algunos de los judíos que descargaran sobre el rostro de Josías una buena tanda de bofetadas y envió un mensajero a Herodes solicitando el necesario permiso para proceder a la decapitación del escriba convertido.

Una vez que llegaron al sitio en que iban a ser degollados, Santiago pidió al verdugo una redoma con agua. El verdugo se la proporcionó. Con aquella agua bautizó el apóstol a Josías e inmediatamente después ambos fueron decapitados coronando de este modo uno y otro sus vidas con el martirio.

La muerte de "Jacobo", llamado Santiago el Menor, el hermano del Señor.

Fue lanzado a tierra desde el pináculo del templo, y luego muerto a golpes.

Unos cuantos judíos fueron a ver a "Santiago" y le dijeron:

– Te rogamos que desengañes al pueblo y le hagas ver que se equivoca al creer que Jesús fue Cristo. Te suplicamos que el próximo día de Pascua, aprovechando la oportunidad de la gran cantidad de gente que viene a Jerusalén, hables a las multitudes y las disuadas de todas esas cosas que vienen admitiendo en relación con Jesús. Si así lo haces, tanto nosotros como el pueblo en general nos atendremos a su testimonio, reconoceremos que eres justo y que no te dejas influir por nadie.

Llegado el día, "Santiago" dio un testimonio totalmente contrario al que le habían pedido diciendo: pienso que está sentado en el cielo, a la derecha del Sumo Poder, y que un día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. En ese momento, los escribas y fariseos decidieron llevarse a Santiago a la parte más alta del templo y desde ahí lo arrojaron al suelo, en el momento se dieron cuenta de que no había sufrido ningún daño por la caída y todos le rodearon para insultarlo y le lanzaron piedras, uno de ellos logró romperle el cráneo y en oración el apóstol murió. Su cuerpo fue sepultado en el mismo sitio en que murió, a la vera del Templo.

La muerte de "Bartolomé".

Fue desollado vivo en Albáhap en Arinenia.

En India, "Bartolomé" predicó por años la divinidad de Dios y Jesús; con ello logró que el rey Polimio se convirtiera al cristianismo y dejara su trono y su fe pagana. Entonces el hermano de Polimio, Astiages, ordenó a los soldados que apresaran a Bartolomé y así lo hicieron. Al estar frente a Bartolomé, Astiages le dijo:

– ¡De modo, dijo el rey al apóstol, que tú eres el hombre que pervirtió a mi hermano!.

– Yo no pervertí a tu hermano, sino que lo convertí, dijo "Bartolomé".

A esto replicó Astiages:

– Pues voy a hacer contigo lo que tú hiciste con él; como tú obligaste a Polimio a renegar de mi dios y a creer en el tuyo, yo te obligaré a ti a renegar del tuyo y a creer en el mío.

El Apóstol puntualizó:

– Yo lo que hice fue vencer al dios al que tu hermano adoraba, mostrarlo maniatado ante el público, y exigirle que rompiera las imágenes de los ídolos. Prueba tú a hacer lo mismo con el mío. Si consigues maniatar a mi Dios, te prometo que adoraré al tuyo; pero si no lo consigues, continuaré destruyendo las estatuas de tus falsas divinidades, y si tú fueses razonable te convertirías a mi religión como se convirtió tu hermano. En esto alguien se presentó ante el rey y le comunicó que la imagen de Baldach, otro de sus ídolos, acababa de caer rodando por el suelo y de romperse en mil pedazos. El rey, al oír esta noticia, rasgó su manto púrpura, mandó que apalearan al Apóstol y que tras propinarle una enorme paliza lo desollaran vivo.

La muerte de "Judas" (Tadeo).

Fue muerto despedazado.

Tras evangelizar toda la provincia, "Simón" y "Judas" se presentaron en Samir y, en cuanto llegaron, los habitantes de esta ciudad se arrojaron sobre ellos, los prendieron y los llevaron a un templo dedicado al sol; mas, tan pronto como los prisioneros penetraron en el recinto, los demonios, por medio de ciertos energúmenos, empezaron a decir a voces:

– ¿A qué venís aquí, apóstoles del Dios vivo? Sabéis de sobra que entre vosotros y nosotros no hay nada en común. Desde que llegasteis a Samir nos sentimos abrasados por un fuego insoportable.

Acto seguido aparecióse a "Judas" y a "Simón" un ángel del Señor y les dijo:

– Elegid entre estas dos cosas la que queráis: o que toda esta gente muera ahora mismo repentinamente, o vuestro propio martirio.

Los Apóstoles respondieron:

– La elección ya está hecha. Pedimos a Dios misericordioso una doble merced: que conceda a esta ciudad la gracia de su conversión, y a nosotros el honor de morir mártires.

A continuación, "Simón" y "Judas" rogaron a la multitud que guardara silencio, y, cuando todos estuvieron callados, hablaron ellos y dijeron:

– Para demostraros que estos ídolos no son dioses, y que en su interior hay demonios agazapados, vamos a mandar a los malos espíritus que salgan inmediatamente de las imágenes en que permanecen escondidos, y que cada uno de ellos destruya la estatua que hasta ahora le ha servido de escondite.

Seguidamente los Apóstoles dieron la orden anunciada, y en aquel mismo momento, de las dos estatuas que había en el templo salieron sendos individuos horrendos que en presencia de los asistentes destrozaron las imágenes de cuyo interior salieron, y rápidamente escaparon de allí dando voces y alaridos. Mientras la gente, impresionada por lo que acababa de ver, permanecía muda de asombro, los pontífices paganos, irritados, se arrojaron sobre uno y otro apóstol y los despedazaron. En el preciso instante en que "Simón" y "Judas" murieron, el cielo, que hasta entonces había estado sereno y completamente despejado, se cubrió repentinamente de nubarrones; se organizó una terrible tormenta que derrumbó el templo aplastando a los magos.

La muerte de "Felipe".

Fue crucificado en Hierápolis, una ciudad de Frigia al norte de Laodicea.

El Apóstol "Felipe", después de haber predicado veinte años en Escytia y sufrido muchas persecuciones y hecho numerosos milagros que convirtieron a gran cantidad de personas, convocó un día a todos los obispos y presbíteros de la región, y les dijo:

– El Señor quiere que emplee en vuestra formación los siete días que me quedan de vida.

Al cabo de estos siete días, los infieles se apoderaron de él, que ya tenía 87 años de edad, y, para que muerte se pareciese a la del Maestro cuya doctrina constantemente predicaba, lo crucificaron. Así fue como este santo apóstol salió de este mundo y entregó su alma al Señor. Sus dos hijas, ambas vírgenes y santas, fueron enterradas una a su derecha y la otra a su izquierda.

La muerte de "Tomás".

Fue muerto a espada en Coromandel, India.

Estando el Apóstol "Tomás" en Cesarea se le apareció el Señor y le dijo:

– Gondóforo, el rey de la India, ha enviado a su ministro Abanés en busca de un buen constructor. Ven conmigo y yo te presentaré a él.

Tomás le respondió:

– Señor, envíame a donde quieras, pero no al país de los indios.

Jesucristo insistió:

– Ve tranquilo, no tengas miedo; yo te protegeré. Cuando los hayas convertido volverás a mí enarbolando la palma del martirio.

"Tomás" accedió, diciendo:

– Tú eres mi Señor y yo tu siervo; hágase tu voluntad.

Estando ya en la India, el Apóstol convirtió a mucha gente hacia el cristianismo, incluyendo amigos y familiares del Rey. Este al enterarse lo apresó y encadenado lo condenó a muerte, entonces lo metieron a un horno encendido en llamas, las cuales se apagaron cuando "Tomás" entró en ellas. Entonces, al ver esto, el Rey lo obligó a arrodillarse ante un ídolo dedicado al sol pensando que Dios castigaría al Apóstol.

Y "Tomás" dijo:

– Adoro, pero no a este ídolo; adoro, pero no a esta mole de metal; adoro, pero no a lo que esta imagen representa; adoro, sí, pero adoro a mi Señor Jesucristo en cuyo nombre te mando a ti, demonio, escondido en el interior de esta efigie, que ahora mismo la destruyas.

En aquel preciso instante la imagen, que era de bronce, se derritió cual si estuviera hecha de cera. Los sacerdotes paganos encargados del culto del malogrado ídolo, al ver lo ocurrido, bramaron de indignación y el pontífice que los presidía exclamó:

– ¡Yo vengaré la injusticia que acabas de hacer a mi dios!

Mientras pronunciaba la anterior amenaza, se apoderó de una espada y con ella atravesó el corazón del apóstol.

La muerte de "Mateo".

Fue muerto a espada en Etiopía.

Partes: 1, 2, 3
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